agosto 12, 2011

Los espejos son los melancólicos guardianes

De: Georges Rodenbach (1855-1898)

Los espejos son los melancólicos guardianes
De los rostros y las cosas que en ellos se han mirado;
¡Reflejo obediente sin jamás un rechazo!
Pero la noche vuelve a ellos en crisis cotidianas;
Es una enfermedad la noche en ellos,
¿Cómo prolongarse un poco, cómo superar
el mal de perder en sí los colores y las líneas?
Es el mal de un canal donde se borran cisnes
Que la sombra confunde con aquella del agua.
Mal que crece de la sombra alargada en halo
que lentamente desnuda, aniquila los espejos.
No obstante ellos luchan; quisieran superarlo
y su brillo fluido niega la noche por un momento.

agosto 11, 2011

MEGALOPOLI

Un vendaval enloquece frente a su propio nacimiento.
Navega en el ambiente un planeta fugitivo de gravísima idea.
En su núcleo radical
Mi alma habita,
Impaciente.

Como un puerto frío con alas, 
Va cargada de soles y miríadas de pajarracos imposibles,
Quisiera desprenderse de la vida por las noches
y embestir tus sistemas vitales,
Arrinconándote hacia el origen del torrente
que pudiste ser.

En la intemperie criminal de sales y vientos,
Mi planeta se cuela hacia tus rumbos interiores
y comienza un festival,
Inyecta luz de nitrógeno en tus tres capitales
Cuelga panales en tus rezos más agrios
Porque es un planeta de tierra de intento,
Que habrás de amar
Cuando decidas quemar tu campamento de miedos.

Entonces nacerá en tu codicia una tendencia nueva
Que borrará los antiguos límites.
Y acudirás al lugar,
Y sentirás la fuerza de los elementos pegándote en el pecho,
Y el viento que te lavará el pulmón dañado te dirá muy quedo:
Llegas tarde mujer!
Como un ciclón a un pueblo evacuado,
Llegas tarde.

Erraste.
Y el cielo recobra su sonido, pero no hay nada.
Nada para ti.
Sólo el tiempo con su misión atrapada en un sentido falso.

De: Mario López Roldán

agosto 08, 2011

Me percato...

 Me percato
de que no soy el gato
ni el ratón.
Soy la carrera
de los dos.

Y ante la lámpara que se desvive,
me reduzco, confino, y ya entre todo,
salgo de la mañana como el fruto
que no hay que comer
sino quedarse viendo.

Ni con la niña de mis ojos puedo
dejar de morir por esas luces.

Y el viento, el viento, el viento,
se lleva lo que el viento se aniquila.
Me quedo sin la aguja
para poder continuar
y la palabra para dar.

No estoy, pero mi sangre vierte
el chorro que hace fuente y hace prado.

No sé si vuelva a estar,
pero no hay tiempo
para estar sin estar.

No sé del día
que comienze sin luz.
Yo estoy a tiempo.

Sacado del libro: Reincidencias de Carlos Pellicer

agosto 07, 2011

Enumeración

El amor
esa lágrima en la ventana de tus manos
ese abrazo de ceniza
ese pez entregado al aire
                                  ese perro





de: Edgar Rincón Luna