Es una marea baja en plena ciudad
de islas y arrecifes, que arroja latas oxidadas,
melancolía y rancia, plegada, soledad.
Nadie quiere mirar hacia atrás frente a su copa
o su café. Miran un crepúsculo que huele a vida,
a una bandera que hace vacilar al corazón.
¿Qué sabemos de la muerte?
Nada, excepto lo leído: una vela apagada,
una linterna que no funciona más.
Todo lo que quiero es esta página y mi dibujo
de dardos estrechándose, estrechándose,
buscando el reflejo negro en el cristal.
De: pAULINA vINDERMAN
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